El siguiente es una cmpilación de artículos extraídos de diversos portales de internet respecto del desarrollo de armas para alterar el clima con fines científicos y militares. No adscribimos a las teorías conspirativas, pero sin lugar a dudas que el desarrollo de estrategias y tecnologías militares es un echo que no puede desconocerse. De ser cierto lo que se estipula en estos artículos y en diversos documentos audiovisuales la interrogante sería: ¿como los sectores del Anarquismo Organizado podemos contar con fuentes creíbles de seguimiento al desarrollo de la ciencia y la tecnología para la elaboración de una lectura política sistemática y certera en el contexto de la llamada Guerra de IV Generación?. La intención de la presente publicación, mas que a generar una política de la paranoia en el Anarquismo (que ya hay bastante) es a instar a la circulación pública de información científica certera, seria y sistemática respecto del desarrollo tecnológico y militar del estado/capital.
Letr(A) Libertaria
De la guerra climática
Ni el el discurso de Al Gore ni del IPCC se mencionó el desarrollo de las armas climáticas en que están empeñados los EE.UU. desde hace medio siglo.
El Premio Nobel de la Paz 2007 fue compartido, como es notorio, por Al Gore y el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés). Es notable que ni en el discurso del ex vicepresidente estadounidense, ni en los informes del IPCC premiados, hubiera una mención al desarrollo de armas climáticas en el que están empeñados los EE.UU. desde hace más de medio siglo. También Rusia y Europa han comenzado esa carrera.
Es un tema que rara vez aparece en las discusiones y/o investigaciones sobre el llamado calentamiento global o efecto invernadero que el planeta padece. En su informe final sobre las alternativas de defensa del país, la Fuerza Aérea norteamericana registra que a fines de los "40, con la Guerra Fría más caliente que nunca, el Pentágono investigaba ya la posibilidad de instrumentar "formas de guerra climática inimaginables" (csat.au.af.mil, 2005). Esto entraña una tecnología que Washington sigue perfeccionando en el marco del Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia (Haarp, por sus siglas en inglés), establecido en 1992. Que no es broma.
Los fines declarados del Haarp son inocentemente científicos, pero pareciera que más bien se busca lograr un arma de destrucción masiva capaz de desestabilizar el sistema ecológico del mundo. Lo dice el informe citado: "La modificación del clima formará parte de la seguridad nacional e internacional y podría llevarse a cabo unilateralmente... Ofrece una amplia gama de opciones posibles para derrotar o frenar a un adversario... Puede tener aplicaciones ofensivas y defensivas y hasta ser empleada con propósitos disuasivos. La capacidad de generar lluvias, niebla y tormentas a nivel terrestre o de modificar el clima exterior... y la producción de un clima artificial son elementos de un conjunto integrado de tecnologías (militares)".
En Gakona, Alaska, la Fuerza Aérea, la Marina y la Oficina de investigación de proyectos avanzados de defensa del Pentágono han instalado 180 antenas que funcionan como una sola y son capaces de emitir hasta un billón de ondas de radio de alta frecuencia que introducen una masa ingente de energía en la ionosfera, o capa superior de la atmósfera, que reenvía hacia ésta radiaciones que aumentan su temperatura. Se puede así inducir un cambio en la ionosfera que permite alterar el clima de una zona seleccionada de la superficie terrestre con secuelas desastrosas: lluvias excesivas, inundaciones, multiplicación de huracanes, sequías prolongadas, terremotos, la interrupción del suministro eléctrico y de las comunicaciones por cable, accidentes graves en gasoductos y oleoductos, etc. ¿Será un arma de la guerra geofísica? En el sitio oficial que explica el proyecto puede leerse que "Haarp es un empeño científico destinado a estudiar las propiedades y el comportamiento de la ionosfera, con énfasis particular en su comprensión y su uso para incrementar los sistemas de comunicaciones y de vigilancia, tanto con propósitos civiles como con finalidades de defensa" (www.haarp.alaska.edu). Parece claro.
El economista canadiense Michel Chossudovsky señala que la manipulación del clima permitiría a EE.UU. dominar regiones enteras: "Sería el arma preventiva por excelencia. Se puede dirigir contra países enemigos o ‘naciones amigas" sin su conocimiento, utilizarse para desestabilizar economías, ecosistemas y la agricultura. Podría asimismo devastar los mercados financieros y comerciales. Una agricultura desestabilizada crea mayor dependencia de la ayuda alimentaria y de la importación de granos procedentes de EE.UU. y de otros países occidentales" (www.theecologist.net, diciembre de 2007). Hay más: sus efectos pueden ser graves para el cerebro y el comportamiento humanos.
El Pentágono hizo pública por primera vez la utilización bélica de las técnicas de modificación del clima en 1974: hacía siete años que con esa tecnología concentraba nubes sobre Vietnam y Camboya para incrementar las lluvias en las zonas seleccionadas, provocar derrumbes de tierra y tornar intransitables las rutas por la que Hanoi enviaba suministros al Vietcong (english.prav da.ru, 15-1-03). Esto condujo a la Asamblea General de las Naciones Unidas a aprobar en 1977 una convención que prohibía "el uso militar u hostil de técnicas de modificación ambiental que causan efectos graves, generalizados y duraderos". Este principio fue incorporado en el proyecto de convención sobre el cambio climático de la ONU que se debatió en Río de Janeiro en 1992, pero la cuestión se ha convertido en una suerte de tabú. Aunque tácitamente se acepta su existencia, los debates en la ONU se centran en el protocolo de Tokio, que EE.UU. rechaza. The rest is silence.
Fuente: http://axxon.com.ar/not/180/c-1803048.htm
. Aportado por Gustavo Courault
¿La guerra meteorológica llega a la realidad?
El gobierno de Rumania estudia si existe un complot para empeorar su clima.
(AFP) - El Senado rumano ha abierto una investigación sobre los "indicios" de que las inundaciones que ha sufrido su país sean el resultado de una "guerra meteorológica instigada por un poder extranjero", dijo un senador rumano el jueves.
La Cámara Alta rumana está pensando comprobar los indicios e informaciones relativos a que los fenómenos meterológicos extremos vividos en julio y agosto de 2005 "fueron causados por tecnología humana controlada desde el extranjero", dijo a la AFP Dan Carlan, que inició la investigación.
Carlan explicó que algunos funcionarios del Ministerio de Agricultura rumano sugirieron que las lluvias caídas la este de Rumanía el pasado verano eran resultado de "un patrón de humedad procedente directamente a esta región desde el Mar Negro".
Sin embargo, el portavoz del Ministerio, Adrian Tibu, dijo que los senadores se han equivocado al interpretar los datos de los expertos.
El líder de extrema derecha Corneliu Vadim Tudor dijo que él estaba convencido de que Rumanía era "víctima de un ataque meteorológico".
Aunque rechazó señalar directamente a algún país, la mención a "un gran poder al este de Rumanía" era una clara referencia a Rusia.
Las inundaciones que asolaron Rumanía el pasado verano fueron las peores en 30 años, dejando 80 muertos y daños materiales por 1.500 millones de euros.
Aportado por Eduardo J. Carletti
El proyecto HAARP
Las dos potencias de la Guerra Fría han mantenido centros científicos que investigan los fenómenos que ocurren en la atmósfera y su interacción con la actividad solar y cósmica.
En el caso de Estados Unidos, se trata del proyecto HAARP (High Frequency Advanced Auroral Research Project), instalado en una base militar en Gakona, Alaska. Rusia, por su parte, realiza la investigación en el centro conocido como Sura, ubicado cerca de la ciudad de Nizhi Novgorod, en el centro del país.
Pero mientras el primero contaría con un presupuesto de 300 millones de dólares al año, el segundo languidece.
Rusos alertas
El misterio sobre estas supuestas armas geofísicas es antiguo. A fines de los años 70 EE.UU. y la URSS firmaron un acuerdo por el cual se comprometieron a no investigar el uso militar de la geofísica. Eso no habría sido respetado, según varios críticos.
El asunto cobró fuerza en septiembre de 2002, cuando la Duma —cámara baja del Parlamento ruso— aprobó una petición al presidente Vladimir Putin, a la ONU, y a otras organizaciones y gobiernos del mundo, que tenía como objetivo presionar para la suspensión de los supuestos ensayos geofísicos del centro HAARP.
Estaban preocupados porque, en teoría, las armas geofísicas podrían provocar inundaciones, tifones y tornados donde se quisiera, o paralizar los sistemas electrónicos civiles y militares, e incluso, dicen algunos, afectar las mentes de las personas, según expresó en el diario ruso "Pravda" Yuru Solomatin, diputado ucraniano.
Valeri Stasenko, del Servicio Meteorológico de Rusia, declaró al diario "Noviye Izvestia": "Los cambios en la ionosfera y la magnetosfera influyen en el clima, y si estos cambios se refuerzan con potentes instalaciones es posible variar el clima de forma global".
Pero el especialista Tokarev puso paños fríos a la influencia humana. Dijo: "Sería como soplar a la orilla del mar. Lógico que se puede hablar de una interacción en el medio ambiente, pero no como para provocar un huracán".
• Granma publica la segunda parte y final del artículo* tomado de Rebelión, cuyo autor, Michel Chossudovsky, alerta sobre uno de los extremos demenciales de la política guerrerista del actual Gobierno de Estados Unidos
El principal programa de guerra climática del Pentágono The High-Frequency Active Auroral Research Program (HAARP), está en operaciones desde principios de los 90. El sistema de antenas se basó inicialmente en tecnología patentada por Advanced Power Technologies Inc. (APTI), una subsidiaria de Atlantic Ritchfield Corporation (ARCO). La primera fase de HAARP Ionosfheric Research Instrument (IRI) fue completada por APTI. El sistema IRI de antenas fue instalado en 1992 por una subsidiaria de British Aerospace Systems (BAES) usando la patente de APTI. Las antenas irradian hacia el espacio exterior usando un equipo de transmisores de alta frecuencia.
El HAARP Operations Center, en Gokona, Alaska, donde supuestamente se lleva a cabo un programa de investigación científica y académica.
En 1994 ARCO vendió su subsidiaria APTI, junto con las patentes, a E-Systems, una supersecreta empresa de equipamientos militares High Tech íntima de la CIA.
E-Systems se especializa en la producción de electrónicos para uso militar, de navegación y de reconocimiento, incluidos sofisticados equipos de espionaje. Es uno de los más grandes contratistas del mundo en ese segmento de artefactos para la inteligencia, estrechamente relacionado con la CIA y organismos parecidos. Vende a estos unos 1 800 millones de dólares anuales, de los cuales unos 800 millones son para proyectos tan secretos que ni el Congreso de los Estados Unidos sabe en qué se gasta ese dinero.
Participó en la provisión y equipamiento del Doomsday Plan (el sistema que permite al Presidente manejar la guerra nuclear) y la operación Tormenta del Desierto.
Con la compra de APTI, E-Systems adquirió la estratégica tecnología de la guerra climática, la cual incluye la patente 4.686.605 "Bernard J. Eastlund's" titulada Métodos y aparatos para alterar una región de la atmósfera, la ionosfera y la magnetosfera terrestre.
No está de más consignar que las Eastlund/APTI patentes están basadas en las investigaciones del científico yugoslavo Nicolás Tesla, muchas de cuyas ideas fueron robadas por las corporaciones norteamericanas.
Apenas un año después de la compra por E-Systems de la tecnología de la guerra climática de APTI, aquella fue comprada por Raytheon, el cuarto más grande contratista de la industria militar estadounidense. Con esta adquisición, Raytheon se convirtió en el más grande fabricante de equipos electrónicos de guerra del mundo.
Y, mientras ARCO le vendía su subsidiaria APTI a E-Systems, ella misma era adquirida por el matrimonio integrado por la British Petroleum-Amoco Oil Company U.S.A., uno de los cuatro más grandes superconsorcios petroleros energéticos del mundo.
De tal modo, Raytheon, a través de su subsidiaria E-Systems, es ahora la propietaria de las patentes para la guerra climática. También tiene que ver con otras investigaciones para uso militar como las actividades que desarrolla una de sus subsidiarias en la Antártida: Raytheon Polar Services.
El sistema fue terminado de instalar en abril del 2004. Consiste en 180 antenas más un conjunto de transmisores de alta frecuencia.
PROBANDO EL SISTEMA HAARP
Es natural que, como una parte normal de los contratos con los proveedores y constructores, el sistema se ensaye.
En este sentido un informe del Parlamento ruso del año 2002 expresa que los militares americanos tienen intención de probar qué tal funciona el sistema en Alaska, en Groenlandia y en Noruega. "Los planes de Estados Unidos de experimentar con el programa HAARP, ultrasecreto, no controlado por la comunidad internacional, implica armas con capacidad para destruir las comunicaciones de radio, los equipos instalados en el espacio, los misiles, provocar accidentes en las redes de electricidad, en las de transporte y distribución de gas y petróleo y de tener un impacto negativo en la salud mental de la gente de regiones enteras", dijeron los diputados rusos en su informe.
La cuestión es que el futuro de la humanidad está amenazado por el uso de técnicas de modificación del clima.
Pero para que una campaña internacional contra esta monstruosidad tenga éxito, será preciso profundizar la investigación científica tendiente a determinar si hubo verdaderamente o no una relación entre la actividad del parque de antenas de GoKona, Alaska, con los llamativos desastres climáticos que se vienen observando.
Es algo imperativo porque la monstruosidad será completada en el 2006, momento en el cual operará a su máxima capacidad terrorífica.
http://www.granma.cu/espanol/2005/enero/vier28/lanueva.html
Letr(A) Libertaria
jueves, 28 de enero de 2010
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